09 noviembre 2007

Recortar la noche

¿Sabes? Esas noches que de repente se te hacen eternas sin querer. Esas que no sabes cuando van a acabar, que sabes que deberías haberla dado ya por zanjada, y que no preguntas más la hora por vergüenza del que cree necesario guardar las apariencias.
Esas donde aparecen los silencios y ya no tienes nada que decir, por que el manantial de la dialéctica se ha secado y no tienes ganas de rebuscar en el fondo de la memoria un tema que enganche con el anterior. Esos silencios molestos que incomodan a los tertulianos y cada intervención se convierte en un soliloquio sin replica.
Esas donde de improviso la ilusión se trunca y la tristeza invade tú corazón y se refleja de manera incontrolable en tú semblante. Donde tu ánimo ya no acompaña y el desinterés se apodera de ti.
Esas que transitas por un paisaje que pese a ser precioso crees que no vale la pena porque el camino te lleva a un desierto desolado, donde inexorablemente acabaras viendo espejismos y muerto de sed y hambre.
Esas donde ya no te quedan palabras para replicar siquiera la conversación del otro y estas esperando que alguien bostece para proponerle ir a dormir. Esas donde el otro se percata de tu incomodidad y te sirve cualquier excusa para retirarte a tus aposentos.
¿Sabes? Hoy ha sido una noche de esas.

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