27 mayo 2008

Mordiscos

Me cose a mordiscos, pero me encanta. Su frescura, su inocencia, su irreverencia, su desparpajo, me encanta.
Me ataca por detrás, por abajo, de frente. Me muerde las piernas, el cuello, la cara. Me envuelve en sus manos intranquilas.
Me incomoda su inesperada zambullida, pero me gusta. Me halagan sus dientes apretando con fuerza y marcándose en mi piel.
Empuja con fuerza a todo y a todos, no piensa, actúa. Acecha y con rapidez felina asesta su contagioso mordisco de vitalidad.
Me gustan sus mordidas tanto como sus risas. Siempre el centro del universo, capaz de eclipsar casi cualquier cosa.
Energía pura, capaz de derribar el mayor de los obstáculos, pero que no consigue quitarse del zapato esa piedrecilla que le incomoda.
Adorada por todos, venerada hasta la estupidez, ¿Que les das para que te idolatren? ¡Quizá solo un poco de esa alegría que tanto nos falta a todos!
Incluso a veces sueño con su despampanante nervio, con su asombroso vigor empujándome cuesta arriba en la montaña de mi existencia.

26 mayo 2008

La Libertad

Querer decir adiós y estar aquí atado por la pata. Querer huir de la prisión que cada uno se construye, volar libre sin lastres que amarguen tu camino. Eso quiero.
El eterno conflicto entre la libertad y el compromiso. No quisiera perder lo más valioso, esa capacidad de decidir cada día, cada hora, cada minuto, que voy a hacer con mi vida. No obstante conforme pasan los años te vas atando con sogas invisibles y perdiendo uno a uno tus grados de libertad.
Esto es una de las cosas que más me angustia. ¿Es imprescindible el compromiso? Parece que sí, lo demás, siempre los demás, valoran especialmente que te compromentas, que hagas lo que has dicho que vas a hacer. O al menos que digas que lo vas a hacer. Se valora más que digas que lo vas hacer que incluso que lo hagas.
Puede que seas un informal, incapaz de sacar adelante nada de lo que te comprometas. ¡No pasa nada! Eso es perdonable, al menos lo has intentado. ¡Ah! pero no dejes de comprometerte, entonces es que tienes miedo, que no te atreves, que eres un cobarde conformista que no quiere mojarse.
Supongo que a todos nos tranquiliza que los demás se comprometan con nosotros. Que se aten a mi, a través del matrimonio, de hacernos un contrato indefinido en el trabajo, confírmame que vendrás a mi fiesta de cumpleaños, dime que vas a acabar a tiempo esa reforma, ¡Pero como que no sabes si el sábado vienes a cenar con nosotros! ¡Convenenciero! Vivir en la incertidumbre es muy duro, ya lo sé, yo también lo sufro, pero creo preferir la incertidumbre a la falta de libertad.
Y después de todo miro mi agenda, mis retos pendientes, mis compromisos reales o imaginarios y lo veo todo lleno, y aún me acuso, y supongo que me acusan, de que no me comprometo lo suficiente.
Ganas de mandarlo todo a la mierda, hacer tabla rasa, levantarme mañana y decidir ¿Que hago hoy?¿Y el resto de mi vida?

16 mayo 2008

Zaidin 10:20

Todos los viernes recibo invariablemente este SMS "Zaidin 10:20" y ya sé lo que significa: vamos a almorzar al Zaidin unos cuantos amigos, a veces somos unos, a veces somos otros, pero siempre nos encontramos, compartimos el almuerzo y la risas.
No es la única quedada habitual que tengo. Ya sé que a lo largo del año me tocan unas cuantas, algunas son organizadas por mi, otras, ni se organizan, otras me apunto sin más.
Pero año a año, ya sé que en verano habrá una paella con los ex-compañeros de Madrid y en Navidad una comida con ellos.
Y ya sé que mi cuadrilla se irá al Bingo en Navidades y después cenaremos juntos.
Y el 24 de diciembre después de la comida de no empresa, y también bingo, tendré el pulpo y el ribeiro de A Casiña, más de 20 años realizando el mismo ritual.
Y unas cuantos actos falleros invariablemente en las misma fechas y lugares, y tres cuartos de lo mismo con el club de ajedrez.
Y el almuerzo del chupinazo en Pamplona, que hace ya varios años que no voy, pero que lo recuerdo con un cariño tremendo, así como la tarde del Riau-Riau. ¡Que tardes!
Y la fiesta del amigo invisible, de cada Roscón de Reyes, aunque no me gusten los regalos, y yo ni haga ni reciba.
Y cada 4 años, si, cada 4 años, la cena del Mundial con su ritual de apuestas y selecciones y las risas de siempre y este año toca Eurocopa, como hace 4 años y como dentro de 4 años.
Y el último miércoles de mes, cena con el club d'Enofils, y el último sábado comida con la cuadrilla de la montaña y el martes como con mi socio.
Y cada Junio, la cena de Aprendices, donde nos reencontramos los viejos compañeros de clase.
Y los sábados por la mañana, si no voy al monte, el aperitivo en el Rufino y así hasta hartar.
Puede parecer agobiante, y de hecho a veces lo es pero a cambio tengo aseguradas unas relaciones de calidad con las personas que más aprecio y quiero. Es como la comida de Navidad, que aunque no quieras te juntas con la familia, habrá a quien no le guste, pero a mi me encanta.
Algunos amigos me dicen: pero como puedes estar en tantos sitios a la vez, y yo, la verdad, no hago nada, lo único, es que el 24 de Diciembre a las siete de la tarde aparezco en el Rufino, "Feliz Navidad, Evaristo", "Feliz Navidad, ¿Lo de todos los años?" "Si, lo de todos los años".

04 mayo 2008

Seguir el camino

Va a seguir su camino. ¿Y que esperaba? No me sorprende, pese a nuestra declaración de vivir el presente sabiendo que acabaría pero aprovechando cada momento. Es tan difícil vivir el día a día. Uno vive instantes de felicidad, efímeros eso si, y en vez de gozarlos, disfrutarlos, recordarlos y solazarse con ellos, nos traen la infelicidad en los momentos que no son como esos. Curioso al menos.
Cuando esperamos conquistar la luna o llegar al fin del mundo, cualquier otra cosa nos parece poco. Casi nunca disfrutamos de lo que tenemos porque cuando está en nuestra mano, ya estamos pensando en otra cosa y somos como niños que una vez tienen el juguete con el que soñaron, lo abandonan para llorar pidiendo el siguiente. Vivimos anhelando alcanzar la felicidad y no somos capaces de darnos cuenta que la felicidad no es un lugar al que llegar sino un camino que recorrer.
Faltó amor, al menos por mi parte. Me dijo que si se enamoraba lo dejaría, supongo que ha llegado el momento, necesita más y yo no se lo puedo dar. No ha sido suficiente el cariño, el respeto, la amistad, la confianza y sinceridad o los retazos de pasión. No, faltó amor. Y al final no pudimos cumplir nuestras promesas.

Y ahora a seguir su camino, ¡Como si antes no lo estuviera siguiendo! Espero no haberle hecho demasiado daño, pese a todas mis cautelas, creo no haberlo evitado.
¿Y yo? Estoy triste y dolido, ¿como si no? A nadie le gusta sentirse rechazado, y si, quizá no me ha rechazado, era lo esperado, tarde o temprano, no ha habido sorpresas, pero no lo había imaginado así. Fui ingenuo a creer lo que decía, aunque fuera sin maldad y para hacerme sentir bien. Debí adivinar que no tardaría en romperse.
Pero esta sensación pasará y, al menos, recordaré con alegría aquellas tardes de domingo llenas de caramelos.