26 febrero 2008

Sé tu mismo

Estoy haciendo un interesante experimento sobre mi mismo, intentando conocerme un poquillo mejor, el experimento consiste en pedirle a la gente de mi entorno que cite tres características que consideran positivas y tres que consideran negativas de mi.
Es un ejercicio complejo por lo que supone de soportar el juicio de los demás, las positivas van a ser halagadoras, pero las negativas puede que sean demoledoras. No obstante creo haber llegado a un momento de madurez personal que me va a permitir asumirlo sin ningún trauma, solo como un regalo para hacer con ello lo que quiera, que seguramente será en primer lugar conocerme mejor y en segundo intentar mejorar. Cuando acabe de recoger los resultados los publicaré, al fin y al cabo este blog se llama "Conociéndome".
La cuestión es que varias personas después de señalar mis características, supongo que pensando en las negativas, me han recomendado que no cambie, que siga así, que la gente me quiere por ser como soy.
Les voy a tranquilizar diciéndoles que no soy tan estúpido como para cambiar lo bueno que la gente ve en mi y perpetuar lo malo, pero tan poco tan irresponsable como para, sabiendo que cosas no gustan en mi, no valorar si no es deseable cambiarlas e intentarlo. Porque para cambiar hay que intentarlo, claro.
En cualquier caso, esto me ha traído a la memoria un articulo de Toni Soler, que guardo como oro en paño y que comparto totalmente. Lo fusilaría pero es que nunca llegaría a su nivel, ahí va:

Sé tú mismo
Autor:
Toni Soler (historiador y periodista)
Publicado en La Vanguardia, Sábado, 16 de Octubre de 2004

El otro día vi en un programa de televisión que un famoso piropeaba a otro pidiéndole con gravedad: "¡No cambies nunca!". Es una expresión cursi y afectada, sacada de las películas —como todo lo cursi y todo lo afectado—, pero que empieza a extenderse en nuestro mundo como si fuera un virus de transmisión oral. Me dirán que es algo inocuo, una moda; pero en el fondo encierra un concepto ético, una visión de lo que debe ser el comportamiento social: El modelo de las personas inmutables.
Los que dicen "no cambies nunca" suelen ser los mismos que dicen "sé tú mismo", como pequeños filósofos de la calle. No se refieren sólo a la autenticidad, que es, en efecto, una virtud rara y envidiable. Invocan también una serie de cualidades inciertas, de doble filo, como la tenacidad, la coherencia y los principios sólidos. De hecho, al final, no son más que defectos camuflados: la cabezonería, la intransigencia y la soberbia.
Ser uno mismo indica autoestima y coherencia, valores necesarios. Sin embargo, ¿quién está tan pagado de sí mismo como para no querer cambiar nunca? Hay miles de motivos para cambiar. Se puede cambiar por las circunstancias, por la edad, por la desgracia, por el aprendizaje, por el contacto con la gente. Cada cambio es una manera de convivir —y quizá, siendo optimistas, de mejorar. Es un modo de ser uno mismo, porque uno mismo no es una piedra, sino un ser vivo, sensible y racional.
Quien se limita a vivir sin cambiar, quien se agarra a su personal visión de las cosas, o vive muy poquito o lo hace parapeteado detrás de su prepotencia, su miedo a equivocarse, o su desprecio hacia las verdades ajenas.
Esta muy bien tener convicciones y defenderlas, no ser una veleta o un caradura como los personajes que encarnaba Groucho Marx, quien dijo una vez: "Éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros". Pero, en general, la gente que no cambia nunca de actitud (excluyo a los genios y a los santos) lo hace por miedo o por pereza, para no tener que pensar. Es lo más cómodo. Y encima, la moral dominante ensalza la tozudez y desprecia los cambios como síntomas de debilidad o frivolidad.
"Yo soy así", se suele afirmar, como diciendo: "Os toca a vosotros, mentes débiles, adaptaros a mi poderosa manera de ser". Los cambios son vistos como la aceptación de un defecto o un error (cometer un error, ¡qué tragedia!) y sólo se asumen en casos extremos y desesperados. Un ejemplo: cuando a alguien le abandona su pareja, en un último intento de recuperarla suele proclamar: "¡Cambiaré!". Es el último cartucho, uno humillación en toda regla. Y no debería serlo. Yo les digo hoy, sin remilgos ni estridencias: "Cambiaré". Cambiaré seguro, porque creo que en la vida hay que cambiar a menudo, y también intentar ser un poco mejor a cada cambio, lo cual es bastante más difícil.
Frente al sé tú mismo, mejor el socrático conócete a mi mismo. Hay que conocerse para saber en qué vamos bien y en qué necesitamos cambiar. No opinan así ciertos neofamosos televisivos, tan jóvenes como atrevidos, que cuando reciben alguna crítica, responden, con toda solemnidad: "He sido yo mismo". Y se quedan tan anchos. Es decir, mejor un error propio que un acierto importado. Sin defectos, es estupendo ser uno mismo; pero ¿qué pasa cuando uno es un imbécil?

24 febrero 2008

Evolución

Ayer jugué una de esas partidas que se disfrutan como un enano, regodeándome en la conclusión.
La partida fue bastante tranquila, una apertura clásica de Gambito de Dama, con un desarrollo tranquilo.
A partir de la apertura empezó a crecer la tensión central, que yo por supuesto no relajé sino que incrementé continuamente. La verdad es que me encuentro en mi salsa en esas posiciones tensas. Las posiciones con complicaciones tácticas son, hoy por hoy, donde mejor me desenvuelvo. El punto culminante fue un sacrificio de calidad que me despejó el plan, bueno los planes, por un lado el avance de los peones centrales con uno pasado y por otro el trenecito contra el enroque negro con la ruptura vía peón de h. Cualquiera de los dos me hubiera podido dar la victoria, más aún porque el negro no tenia ni una remota posibilidad de contraatacar pese a su ventaja material. Ello aderezado con una inmensa diferencia en consumo de tiempo, tanto que acabó perdiendo por bandera cuando a mí aún me restaba casi media hora




Es curioso el transito que he recorrido en mi ya larga carrera ajedrecística. En estos casi treinta años he transitado por diversas épocas en mi juego, supongo que además algo tienen que ver con mi forma de ver el mundo, quizá es cierto que la vida imita al ajedrez.
Mi primera época fue la del romanticismo, siempre aperturas abiertas, la época del estudio del Gambito de Rey, el Dragón de la Siciliana, el ataque Marshall, la defensa Holandesa. Todo eran ataques al rey, todo se podía resolver con una combinación esplendida en cualquier momento.
Luego llegó la época de la rebeldía. Una temporada entera jugando el Orangután, incluso con buenos resultados. La entonces llamada Apertura Sin Nombre, hoy Caro-Pirc. Cosas extrañas, salirse de los caminos transitados.
Después el descubrimiento de la estrategia, el juego posicional, la aperturas de Dama. El juego tranquilo, apretar y apretar. Vencer por estrangulamiento, y perder claro. Probablemente mis mejores resultados. Para entonces manejaba las aperturas con bastante soltura. Mi India de Rey era terrible, tanto con blancas como con negras.
Después llegaron años de abandono, el juego consistía en no perder piezas. Con ello ya tenía bastante.
Ahora juego con paciencia, me cuesta pero es efectivo. La estrategia es complicar las posiciones y esperar a que el rival se ponga nervioso, no aguante más e intente romper cuando la cosa está tensa. Ahí donde el primero que da un paso en falso suele pagar cara su osadía. De momento esta temporada está dando sus frutos, 6 partidas jugadas, 6 partidas ganadas, es cierto que de octavo tablero, pero es donde me han puesto.

19 febrero 2008

Elegía lamentable

Hace tiempo que no meto por aquí una poesia. El pasado día de los enamorados encontré esta joya buceando por ahí, y de paso descubrí al poeta cubano José Ángel Buesa. Como se vé la poesia es de desamor, pero es que si el amor es correspondido no hay tiempo para escribir, o como dijo Periandro en "Los trabajos de Persiles y Segismunda" de Cervantes: "el año que es abundante de poesía suele serlo de hambre":

Elegía lamentable

I
Desde este mismo instante seremos dos extraños
por estos pocos días, quién sabe cuántos años…
yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
tu bajarás los ojos y apretarás el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera…

II
Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casarás con él.
Y ya, más que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.

III
Acaso, cuando llueva, recordarás un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás nunca más te pongas aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,
de tu casa a la iglesia, perderás tu sonrisa.

IV
¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta
que abanica al marido cuando ronca la siesta:
tras fregar los platos y tender las camas,
te pasarás las noches sacando crucigramas…
Y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.

V
No me importa quién pase después por un sendero,
si me queda el orgullo de haber sido el primero.
Y el vaso que embriagara mi ilusión o mi hastío,
aunque esté en otra mano, seguirá siendo mío.
Por eso puedes irte, mi pobre soñadora,
pues si el reloj se para, no detiene la hora,
y tú serás la misma de las noches aquellas...
aunque cierres los ojos para no ver las estrellas...

18 febrero 2008

Estúpidas románticas

Es lo que tienen las estúpidas románticas
Se entregan en cuerpo y alma a aquello que aman. Viven con pasión. Sufren, rien, gozan, lloran. Se desponjan de armaduras y son heridas continuamente en esos campos de batalla. Luchan por lo que creen y ahuyentan a los dragones con matamoscas. Pueden a su alrededor crear magia, aunque dan miedo por que te pueden arrastrar a la voragine, y la voragine si no estás preparado puede ser muy, muy peligrosa.
Creen que no somos románticos los que no vivimos con su pasión, y seguramente tengan razón. A cambio ponen toda la carne en el asador. Las estupidas romanticas alargan las noches y detienen los dias. Son amantes empedernidas de los mimos y los besos. Son descaradas e impertinentes y te sonrojan si te descuidas.
Piden la luna y el sol y las estrellas, y viajar allende los mares, y visitar ciudades y paises lejanos y que les toquen el violín, y el piano, y el arpa y el saxofón, y que les cantes al oido y les masajees la espada.
Las estúpidas románticas creen en hadas y en principes azules, sueñan con vivieron felices y comieron perdices. Llorán cuando son felices y rien cuando están tristes.
Claro que si no, no serían estupidas románticas. Y ¡oye! No parece haber nada malo en ser una de esas estúpidas románticas. ¡Ya me gustaría a mi encontrar a una!

13 febrero 2008

A Rueda

Toda la vida a mi lado, toda la vida a rueda. Siempre que miro atrás allí esta ella. ¿Que quiere? ¿Por que me busca? No lo sé. Le he preguntado, pero no me ha contestado. No obstante siempre que puede se apunta a mis planes, me sigue por mis mundos como si lo que yo hiciera le interesara de verdad.
Pero... ¿Que quieres? Dime, ¿Porque me persigues por los años? ¿Porque no puedo desprenderme de tu sombra? ¿Porque siempre apareces cuando creo haberte perdido de vista?
Y... Si, yo te busco, te invito, te incito y me gusta tu compañia, pero... ¿Porque no la rechazas?
Olvídame o deja de esconderte entre las sombras, sal a la luz y pon las cartas sobre la mesa.

12 febrero 2008

Un cuento

Hace mucho tiempo... en un lejano reino... había una princesita.
La princesita se creía la persona más importante del mundo, y probablemente lo era. Cada vez que creía que alguno de los subditos de la corte le ofendía, aunque solo fuera porque no estaba en su lado cuando ella quería conversar con él, se indignaba e irascible le pedía que le compensará por esa supuesta ofensa o jamás le perdonaría.
Además era una caprichosilla que no estaba nunca satisfecha con los regalos que los nobles aristocratas le hacían continuamente para que les perdonara.
Pero la princesita era en el fondo una muchacha muy dulce, cariñosa, alegre y risueña que solo se enfadaba de mentiras, aunque también tenía su genio, claro. Puede que quisiera que le hicieran caso, aunque como era una princesita siempre tenía a su alrededor a toda la corte intentando que ella estuviera siempre contenta, feliz y entretenida. ¡Ahi! Pero que huidiza es la felicidad, apenas has llegado a ella, ya se ha marchado a otro lado y tienes que ponerte de nuevo a perseguirla. Y para la princesita no era diferente.
Un dia uno de sus subditos le hizo el tremendo desprecio de tener que ir a cumplir con una misión muy importante que el rey le había encomendado, y cuando la princesa acudió a él en uno de los pocos momentos de relax que sus multiples obligaciones como princesita le deparaban, el gentil caballero, por supuesto, no estaba allí.
La princesa se enfadó, casi de mentiras, solo por que le apetecia que le adularan y pidió al noble que le resarciera de la ofensa, pero por más que el noble caballero intentó satisfacerla con todo tipo de regalos y prebendas ella nunca quedaba satisfecha.
Al final el caballero se cansó de intentar hacerse perdonar y casí rehuso de dar satisfacción a la princesita, pero se le ocurrió que podía regalarle un cuentecillo que quizá le deje satisfecha o por lo menos le haría pensar un ratillo si una princesa tan bondadosa y adorable debiera comportarse como una niñita mimada.
No obstante solo pretendía darle un consejo en forma de moraleja, que es que hay que saber disfrutar de las cosas pequeñas que nos suceden a diario y vivir el presente para que en el futuro tengas un bonito pasado. ¡Ah! y si quieres algo pidelo, porque no siempre los demás van a saber acertar cuales son tus sueños.
Así la princesita aprendió esta lección, aunque a decir verdad, siguió enfadándose de broma cuando le llevaban la contraria que para eso era una princesita. Al fin y al cabo no hacía daño a nadie y estaba segura que a los caballeros de su corte les encantaba adularla y lisonjearla de vez en cuando. ¿No?

05 febrero 2008

Hapodiploide

Decía un profesor mio que si utilizara toda mi capacidad a hacer el bien otro gallo cantaría. Eso mismo me dice mi socio. Con esto quieren decir que dedico mucho esfuerzo a aprender cosas que no sirven, desde su punto de vista, claro, para nada.
No estoy de acuerdo, por supuesto. Si soy lo que soy es en buena parte a mi interés por las cosas más variopintas, y ya sé que conocer las isoglosas de la lengua catalana, las costumbres de los indios yanomani, como se desarrolló la batalla de Gaugamela o el sistema reproductivo de las hormigas no va a ayudarme en primera instancia en mi trabajo, que nada tiene que ver con esto. Pero sin duda tener un amplio conocimiento del mundo que nos rodea me ayuda a comprenderlo mejor, y no sé como, pero desde luego considero importante para mi ser capaz de entenderlo por que sé que me va a hacer mejor en todos los aspectos de mi vida.
Siendo la Sabiduria como el primero de mis valores, no es de extrañar que apueste por esta visión del mundo.
Por cierto las hormigas se reproducen con un sistema hapodiploide, esto es, los machos nacen de los huevos no fecundados, solo tienen los genes de la madre, son haploides, mientras que las hembras tienen el doble, los del padre y los de la madre, son diploides. Esta curiosidad hace que las hormigas tengan más genes en común con sus hermanas que con sus hijas y que por ello la selección natural las haya convertido en animales sociales. ¡Apasionante! ¿no?