27 diciembre 2007

Suerte

Engarzo unas risas con otras y una anécdota a otras, tú y yo disfrutamos juntos del sonido de nuestras carcajadas y cuando estamos juntos tropieza tu cabeza con la mía y cada recuerdo desgranado es un canto a nuestra historia compartida.
Hace nada que no éramos nadie el uno para el otro y hoy tenemos un mundo solo nuestro que nos une en el pasado y nos proyecta en el futuro. Encuentro fantásticos tu brincos e imprescindibles tus mordiscos.
Allá San José toca su guitarra, Monteverde muestra ocultas su trampas y Tortuguero sus desoves y en cada rincón de mi memoria un trozo tuyo acompaña la aventura deshojada.
Y hoy que la suerte nos ha sonreído y ha querido que seamos juntos afortunados con el premio del olvido, me encuentro saboreando tu ojillos vigorosos y tu dialéctica desbocada y añorando aquellos ratos donde, tan lejos de todos y tan cerca del paraíso, eramos todo el uno para el otro.

25 diciembre 2007

Coacciones.

Me encuentro a Sandra y hablamos. A Sandra apenas la conozco. Me cuenta que ha leído lo que escribo por estos lares y que le ha gustado, que es muy poético y tiene mucha sensibilidad, dice.
Me sorprende y me halaga. Hay algunas entradas que percibo como mejores que otras, pero tambien reconozco una importante irregularidad. De todas formas y aunque me esfuerzo por que lo que escribo tenga cierto valor literario sé que es imposible. Unas veces es el tema el que no lo permite, las más mi propia capacidad, ¡alto!, no es que me minusvalore, pero soy consiciente del uso del lenguaje que hago y de mi pobreza, relativa, claro, tanto creativa como de herramientas.
No quita que a algunos de los que leéis esto habitualmente, ¡gracias!, os interese por diversas razones. Supongo que a los más porque me conocéis y me imagino que de una u otra manera os interesa lo que hago o lo que pienso. Otros, habeis llegado por casualidad y no acabo de entender porque volvéis regularmente, con la de naufragos que hay en el océano internet. A todos os agradezco vuestro tiempo y vuestros comentarios, publicados o personales.
Pero que sepáis que me estáis coartando, si, no lo hacéis aposta, pero es así. Cuando solo escribía para mi, no tenia problemas, publicaba lo que me apetecía, sabía que nadie, o casi nadie, me leía, y por tanto no me autocensuraba.
Ahora me encuentro muchas veces cohibiéndome. Me descubro evitando hablar de algo que me apetece por que sé que a alguno de los que me leéis les puede afectar, de una u otra manera.
Me cuestiono si esto es lo que quiero, o si me debería importar. Si, ya sé, siéntete libre, escribe lo que sientes, de lo que quieres. Ja. ¡Y una mierda!. La mitad de las cosas de las que escribiría afectarían seriamente a mi vida y a la de los que me rodean. Es como el anuncio ese que están poniendo en televisión, que una niña pide el deseo de que se acabe la mentira en el mundo, y el resultado es que su familia se despelleja sin piedad en la comida de Navidad.
Mientras tanto escribo con circunloquios, con ambigüedades, cuyo único problema es mi propia incapacidad de encontrar las ideas adecuadas, y que por otra parte ocasiona curiosas confusiones en los que me conocéis. Un consejo: No todo es lo que parece ya que los hechos y personajes de esta obra no están basados en hechos y personajes reales, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

23 diciembre 2007

Halagos y severidad

Me halaga su interés, como no ha de hacerlo, a cualquiera le halagaría. Y me duele mi aparente indiferencia, que no es tal. Me da miedo su que sufra sin razón, no lo merece. Nadie lo merece. No quiero jugar, lo sabe, con sus sentimientos. Cada aproximación es una temerosa acción donde ando con pies de plomo para evitarle el daño.
Siento ser tan injustamente severo, puede que sea solo una forma de autoprotección, de distancia. Cada uno es libre de equivocarse por si mismo. No tengo derecho a juzgar y entrometerme. Lo hago continuamente. Con todos. Debo cambiar.
Me sorprendo dándole vueltas al tema. Me inquieta. Me incomoda.
Quien sabe. Pero no será la suerte. La suerte no existe.

22 diciembre 2007

Pesadillas

¿Un espejismo?. ¿Es su cara aquella entre la multitud? Si. Se aproximan a saludarla, uno tras otro. Ella sigue ajena, pero ya me ha visto. Imposible que no lo haya hecho. Estamos todos, yo también, por supuesto.
Curioso, pero ya no siento nada especial, ninguna emoción golpea mi estomago.
Respeto su intimidad con quien ha llegado hasta ella para ofrecer su sincera sonrisa, evocar el pasado y auscultar el presente.
Se cruzan nuestras miradas, es el momento que temo. Me sonríe franca y me saluda con el brazo. Me acerco. Hola, ¿estás bien?. Si. ¿De verdad estás bien?. Si, me equivoqué. No, fui yo el que se equivocó. Un inequívoco gesto de cariño y se aleja sabiendo que no puede estar ni un segundo más junto a mi.
Y ya, clavada en mi cabeza el resto de la noche, sé que me atormentará durante no sé cuanto tiempo y que tendré pesadillas que me impedirán dormir durante unos cuantos días.

21 diciembre 2007

La intrusa

Andan las hijas de Mnemósine revolucionadas.
La intrusa entrometida les quita trabajo, atención y gloria.
A la del bello rostro la envidia le corroe por la elocuencia de la intrusa, ya no es la primera entre todas y su majestuosidad queda eclipsada cuando la otra me regala sus narraciones.
Si me habla del pasado y me dibuja a los héroes es la que celebra la que se siente ninguneada por su precisa oratoria y su sinfín de historias que contar.
La amorosa es la más dolida, sin duda sus virtudes se quedan eclipsadas ante las picaras y galantes andanzas de la nueva, que desdeñosa la ignora como si no existiera.
A la del buen ánimo es su asqueroso dominio del arte de las musas, que ellas creen propio y que no consienten compartir con nadie, lo que le irrita. Cada nota que inspira la intrusa melómana es una punzada dolorosa en el corazón de la de ya no tan agradable genio.
La melodiosa gira la cara y la ignora, casi no le pisa su terreno, aunque a veces le pica que dramatice abusando de su poder y que ella, ausente, haya dejado el campo libre para sus desmanes.
Sembrada anda también la de los muchos himnos, la sagrada, aquella le supera en el uso del lenguaje e incluso de los gestos, y su armas, la retórica y la pantomima, se ven pequeñas ante las de la nueva.
Talía, a la que llaman florecer es otra jodida, jodida. Sus virtudes acaban de desaparecer, la comedia ya no es su reino y su aspecto vivaracho y mirada burlona ya solo son un recuerdo del pasado ante el iridiscente aspecto de su nueva rival.
Solo una vez se rió la que deleita en la danza de la intrusa, y siempre desde entonces se arrepiente de haberlo hecho, ahora humillada una vez tras otra. Cada baile, cada danza, cada paso es una bofetada en su cara por reírse de aquel resbalón inoportuno.
La pequeña, la celestial, apenas tiene motivos, pues aunque la otra brilla como una estrella no es envidiosa. Pero le duele la humillación a sus hermanas y eso hace que sea la que más la odia.
Y ella ajena a su disgusto, vendrá mañana a regocijarse con su obra, que no es mía. Y me restregará por la cara su omnipotencia y me recordará que lo poco que logro es gracias a ella.
Y ufana y orgullosa, marchará dejando seca la fuente de mi inspiración hasta que la curiosidad o el aburrimiento le animen a visitarme otra tarde de estas.

19 diciembre 2007

La vida es sueño

¡Uff! Cuanto hace que no escribo, no debo de estar muy inspirado, así que dejo a Calderón de la Barca:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.

10 diciembre 2007

Silencio

Días de silencio sobrevuelan las semanas, agobiante silencio.
Esperas, pero nada, no suena el teléfono. Silencio sepulcral.
Viajas en silencio, no dices nada, a tu lado solo oigo respirar, aparte de eso. Escucho el vacio.
Nada tras las puerta, quizá el viento que se cuela por una rendija, abro esperando encontrar un sollozo o quizá una risa. Solo silencio.
Me despierto a medianoche y silencio. Compruebo mi correo, silencio.
Grito y no me oigo. No, no grito, si gritara no oiría mi silencio.
Yo podría romper el silencio, no lo hago, disfruto del silencio, me relamo degustándolo, sintiéndolo, tocándolo.
Hoy el silencio me ha despertado de mi sueño profundo y frío, he escuchado con atención y allí estaba, como siempre, en lo profundo y oscuro, acechando.
Me descubro con el móvil en la mano, considero acabar con él, pero me es tan familiar, tan cotidiano, que no sé si sabría vivir sin él. En el fondo quizá no quiera que desaparezca, solo a ratos un poquito de alboroto, pero que no se vaya muy lejos.
Oigo un zumbido sordo, me incomoda. ¿Y mi silencio? Ya pasó, descanso tranquilo, aquí estamos tu y yo. Solos. De nuevo.
Mañana, quizás, espere no encontrarte en casa cuando abra la puerta espectante.
Seguro que no me defrauda. Estará allí, y yo, una vez más, no sabré si reír o llorar.