Anda de nuevo la curiosidad enredando entre mis pies, como si no supiera con certeza que su careta de esperanza la descubrí hace tiempo. No obstante parece que no le importe, sigue y sigue y quien sabe si no acabaré dándome de bruces por su enredos.
Alegará que soy yo quien la reclama, y quizá tenga razón, pero silbo por acompañar el camino, aunque claro que soy consciente de que oye mi reclamo, también es cierto que no la obligo a caminar conmigo.
Anda la esperanza bien acompañada, en otros lares acomodó su paso y a otros paseantes enreda con sus disfraces. Espero que su trasiego la lleve a buen destino.
Sigo mi sendero buscando el próximo puente, la encrucijada vital o el tronco caído. Y no descarto un trecho del mismo compartirlo con caminantes amigos o soñadores de caminos, pero si he de caminar solo, acaso me gustaría, silbar de vez en cuando para hacerme compañía.
Y si la esperanza torna me apartaré a un lado para que camine junto a mi, y si es la curiosidad la que vuelve, será bien recibida como siempre, aún sabiendo que su poca paciencia poco le hará aguantar mi transitar.
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