26 septiembre 2007

La curiosidad y la esperanza.

Andaba la curiosidad disfrazada de esperanza, como siempre que se disfraza la confundo. La curiosidad se camufla con esmero, se embosca entre las ramas del bosque, sale a olismear, echa un vistazo y se vuelve a esconder.
A veces cuando menos te lo esperas aparece en un recodo y te acompaña un rato en el camino, te da conversación, te suelta un poquito de su frescura y descaro y te pide que le cuentes un cuento. Con él se entretiente hasta la siguiente emboscada.
La curiosidad es avispada, siempre alerta porque quiere saber, le gusta que se lo cuenten de primera mano y te acompaña si llevas un trote alegre y divertido.
Pero la curiosidad se aburre, siempre se aburre, acaba por no querer saber más allá y cuando tú, cansado del camino, necesitas brio, aire y recuperar el resuello, ella se despista y te deja un rato buscando otro viajero que le alegre la mañana.
La curiosidad se disfraza de esperanza, porque sabe que así te entusiasmarás con facilidad, si no se disfrazará te aburririas de ella y no la llevarías al país de las sorpresas. Pero no lo hace por maldad, solo lo hace por no caminar sola.
La esperanza no aparece tan a menudo. Pero si aparece no necesita saltar como un cabrilla loca. Solo si la espantas o le defraudas aleteará y se zafará de tu abrazo pensando que más vale que camines solo a que aburras a la obejas.
Caminante, un consejo, más vale que descubras cuanto antes a la curiosidad, al menos si te acompaña que no se mude en esperanza, por que cegará tus ojos y nublará tu vista, y deslumbrándote impedirá que descubras a la verdadera esperanza si acaso apareciese.

2 comentarios:

benito_reyes_vega dijo...

Buen trabajo este tuyo de discernimiento. Si

... saludo

Pako Giménez dijo...

Si. Lastima que sea a toro pasado ;-)