18 noviembre 2008

Me van a tener que disculpar

Parafraseo a Eduardo Sacheri, por que ayer me encontré de improviso esta joyita. Intentaban explicarme la pasión de los argentinos por el fútbol, y me pusieron como ejemplo este texto, que leído por Alejandro Apo, de una forma magistral, sentida, vívida, apasionada y con el corazón en la boca, te emociona porque fusiona la estética del fútbol con la de la palabra hasta hacer que las lagrimas afloren.
Otras veces he reivindicado como modelos a seguir a personas anónimas, capaces de superarse a partir de limitaciones que a cualquiera de nosotros, pobres desgraciados, conformistas y llorones nos parecerían simplemente insoportables. Ellos que vencen la adversidad desde el optimismo, la alegría y las ganas de vivir, me enseñan mucho.
Siempre pensé que eran los grandes lideres los que cambiaban el mundo, los que eran capaces de influir en miles, en millones de personas y hacer que todos ellos sigan ilusionados sus pasos, no siempre acertados. Para mi figuras como Alejandro Magno o Mahatma Gandhi son poderosas porque desde la casi nada, desde la adolescencia del joven rey macedonio o desde la endeble figura de un anciano destartalado fueron capaces de cambiar el mundo, su mundo, de que hubiera un antes y un después de ellos.
Hoy he descubierto que hay otras formas de influir en millones de personas, hacer arder su corazón, llenarlos de felicidad y orgullo. Y que eso lo puede no solo un gran rey con su ejercito o un santo con una legión de seguidores. También lo puede hacer un hombre simple, con un solo instrumento, ni siquiera en sus manos. Ahora sé que hubo un antes y un después, no ya de este hombre, sino de este momento. Lo que para miles, millones de personas, supuso aquel día, que no borraran de sus memorias, hace ya más de 20 años.





No quiero dejar de agradecer a las cuatro personas que han hecho que descubra este misterio de la vida: Claudia por abrirme los ojos, Eduardo por describirlo, Alejandro por narrarlo y Diego por hacer magía.

1 comentario:

Claudia dijo...

Pako, las gracias te las doy yo a ti. Puedo decirte que has comprendido perfectamente la esencia de lo que queria transmitirte a traves de este relato. Ahora, se que conoces un poco más a los argentinos -y a mí- y esa extraña relacion con nuestros ídolos.
Besos
CLAUDIA