Me cose a mordiscos, pero me encanta. Su frescura, su inocencia, su irreverencia, su desparpajo, me encanta.
Me ataca por detrás, por abajo, de frente. Me muerde las piernas, el cuello, la cara. Me envuelve en sus manos intranquilas.
Me incomoda su inesperada zambullida, pero me gusta. Me halagan sus dientes apretando con fuerza y marcándose en mi piel.
Empuja con fuerza a todo y a todos, no piensa, actúa. Acecha y con rapidez felina asesta su contagioso mordisco de vitalidad.
Me gustan sus mordidas tanto como sus risas. Siempre el centro del universo, capaz de eclipsar casi cualquier cosa.
Energía pura, capaz de derribar el mayor de los obstáculos, pero que no consigue quitarse del zapato esa piedrecilla que le incomoda.
Adorada por todos, venerada hasta la estupidez, ¿Que les das para que te idolatren? ¡Quizá solo un poco de esa alegría que tanto nos falta a todos!
Incluso a veces sueño con su despampanante nervio, con su asombroso vigor empujándome cuesta arriba en la montaña de mi existencia.
2 comentarios:
Pues a por ella macho!!!!!!!!! no la dejes escapar!!!!!!!!!!
Lo mismo digo...afortunada...
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