21 abril 2008

Caramelos

Trozos dulces de vida envueltos o no en plásticos de colores, recogidos del arbol de la abundancia que está enfrente de cada una de nuestras casas, ese que casi nunca vemos y del que pasamos de largo, fijando nuestra atención en eso negros nubarrones que quizá no mojen la tarde, y que si la mojan además limpiarán el ambiente y dejarán ese olor de tierra mojada tan imprescindible.

Cuando reparamos en él, tan de tanto en tanto, solo hemos de alargar la mano y a puñados recoger un buen montón de caramelos con los que endulzarnos el día.

Y si cada mañana al salir de casa, o quizá desde la ventana hicieramos el pequeño esfuerzo de fijarnos en él. Solo con eso, tendríamos un día dulce, uno de esos días que no quieres que acaben, y cuando te despiertas a la mañana siguiente sueñas con revivirlo otra vez, pero ¡hay! se te olvida que el árbol de los caramelos sigue ahí, que por más que recojas no vas a agotar la cosecha, porque siempre van a brotar más de sus ramas. Con sabores y olores diferentes cada vez, pero siempre dulces y golosos.

Ayer me eché un puñado al bolsillo. Estaban sabrosísimos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estiro la mano y no logro alcanzar desde mi ventana ni un solo caramelo de ese árbol tan dulce que cuentas,bueno alguno si pero quisiera plantar uno justo a mi lado, poder decidir cada día que sabor me llevo a la boca, quisiera atracarme de el hasta coger un empacho, quisiera sentir siempre la dulzura conmigo y no tender que andar de tienda en tienda para buscar el sabor que más me gusta pero... y si un día deslumbrada por el envoltorio más llamativo al llevarlo a la boca resulta que pica como un demonio??? uissssssssssss casi mejor que me quedo con los que solo alcanzo si estiro mucho mucho mi brazo.
Aún así soy egoísta y quiero caramelos de esos tuyos que tan buen sabor dejan en mi boca.
Dame caramelos, se un perfecto galán y traemelos de regalo, así como el que no quiere la cosa, regalame caramelos.

Pako Giménez dijo...

Me temo que tendrás que arriesgarte. No sé si con alguno de esos del envoltorio llamativo o con alguno otro menos atractivo pero quien sabe, quizá mucho más sabroso.
Ya sabes lo que decia la mama de Forrest Gump: "La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cual es el que te va a tocar".
No te aconsejo que esperes caramelos de nadie, si te los regalan, fantástico, disfrutalos. Pero no olvides que tu también tienes tu propio árbol lleno, no solo de caramelos, sino también de gominolas, chocolate, palomitas de maiz y otras mil cosas.
Yo por mi parte llevo mis bolsillos llenos, si me ves por las calle, parame y te los cambiaré por alguno de los tuyos, así que procura llevar tu también encima.