18 marzo 2008

La curiosidad y yo

Me encuentro con la curiosidad, casi de casualidad, casi. No diré que me apena, ya no, mentiría, pero aún a ratos tengo cierta nostalgia de aquellas noches estiradas acabadas a golpe de reloj cruel empujando los minutos hacia el amanecer.
La curiosidad me regala la tarde, como siempre que me regala algo, se lo acepto con dicha, no me queda más, ya me gustaría a mi que me regalara algo más.
Comparto con ella risas y llantos, volvemos a las citas de los clásicos, a las poesías y a su mundo literario que tanto echa de menos y que cuando puede recuerda conmigo como si yo formara parte de él. Ilusa.
La engaño y me pongo escribir ante ella, me roba el teclado y no me queda más que cederle al palabra...
Me dice que quiere escribir algo sobre su falla, sobre que han ganado, y son los primeros otra vez.... y, sin embargo, me lo encuentro escribiendo sobre mí. Es la primera vez que coincidimos a estas horas intempestivas, y es la primera vez que nos juntamos en un mediodía, una sobremesa y... una entrada al blog compartida.
Me gustaría ser mas generosa con él, me gustaría compartirme mas y darle más de mí, pero hace tiempo que me di cuenta de que era yo la que debía poner ciertas barreras porque él no iba a poner ninguna, y reconozco que me fastidia.
La curiosidad, que ya no viste de esperanza, me halaga con sus palabras, me saluda desde la lejanía y evita cualquier gesto que pudiera parecer ambiguo.
Y yo, que disfruto de su compañía y comparto este tramo del camino, espero que el futuro nos depare nuevos encuentros, donde compartir risas, llantos y antiguas historias como si fuéramos, quien lo diría, viejos amigos.

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