12 febrero 2008

Un cuento

Hace mucho tiempo... en un lejano reino... había una princesita.
La princesita se creía la persona más importante del mundo, y probablemente lo era. Cada vez que creía que alguno de los subditos de la corte le ofendía, aunque solo fuera porque no estaba en su lado cuando ella quería conversar con él, se indignaba e irascible le pedía que le compensará por esa supuesta ofensa o jamás le perdonaría.
Además era una caprichosilla que no estaba nunca satisfecha con los regalos que los nobles aristocratas le hacían continuamente para que les perdonara.
Pero la princesita era en el fondo una muchacha muy dulce, cariñosa, alegre y risueña que solo se enfadaba de mentiras, aunque también tenía su genio, claro. Puede que quisiera que le hicieran caso, aunque como era una princesita siempre tenía a su alrededor a toda la corte intentando que ella estuviera siempre contenta, feliz y entretenida. ¡Ahi! Pero que huidiza es la felicidad, apenas has llegado a ella, ya se ha marchado a otro lado y tienes que ponerte de nuevo a perseguirla. Y para la princesita no era diferente.
Un dia uno de sus subditos le hizo el tremendo desprecio de tener que ir a cumplir con una misión muy importante que el rey le había encomendado, y cuando la princesa acudió a él en uno de los pocos momentos de relax que sus multiples obligaciones como princesita le deparaban, el gentil caballero, por supuesto, no estaba allí.
La princesa se enfadó, casi de mentiras, solo por que le apetecia que le adularan y pidió al noble que le resarciera de la ofensa, pero por más que el noble caballero intentó satisfacerla con todo tipo de regalos y prebendas ella nunca quedaba satisfecha.
Al final el caballero se cansó de intentar hacerse perdonar y casí rehuso de dar satisfacción a la princesita, pero se le ocurrió que podía regalarle un cuentecillo que quizá le deje satisfecha o por lo menos le haría pensar un ratillo si una princesa tan bondadosa y adorable debiera comportarse como una niñita mimada.
No obstante solo pretendía darle un consejo en forma de moraleja, que es que hay que saber disfrutar de las cosas pequeñas que nos suceden a diario y vivir el presente para que en el futuro tengas un bonito pasado. ¡Ah! y si quieres algo pidelo, porque no siempre los demás van a saber acertar cuales son tus sueños.
Así la princesita aprendió esta lección, aunque a decir verdad, siguió enfadándose de broma cuando le llevaban la contraria que para eso era una princesita. Al fin y al cabo no hacía daño a nadie y estaba segura que a los caballeros de su corte les encantaba adularla y lisonjearla de vez en cuando. ¿No?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay gente en este mundo que aunque les entregues tu propia vida no son capaces de apreciarla, aunque te esfuerces por demostrarles que lo son todo para ti no son capaces de sentirlo.
Cuando te encuentras en la vida con alguien así, dejarle marchar y no pierdas tu vida en luchas perdidas antes de empezar, porque lo único que consiguen es que tu esfuerzo por luchar y por demostrar te canse, y la próxima vez, cuando te encuentras con alguien capaz de apreciar lo que les ofreces, estas ya tan cansado que no puedes demostrar nada.
Así "perdi" 23 años de mi vida, tirando emociones a un pozo vacío, y ahora no encuentro quien me enseñe a ofrecer de nuevo, demasiada lucha, demasiado esfuerzo en vano.
Cuidate de quien no ve más allá de tu sonrisa, de quien no ve tras tus ojos, no lee en tus silencios.
Besos.

Pako Giménez dijo...

¡Jo! ¡Que pesimista!
Creo que lo mejor de entregarse a los demás es sentirse bien con uno mismo, independientemente de si quien lo recibe lo aprecia o no lo aprecia.
Al final del camino hemos de estar contentos por haber hecho en cada momento lo que debiamos y vivir por nosotros mismos no por los demás.
Los caballeros pueden ser felices si sirven a las princesas, aunque estas parezcan que no hagan aprecio.
En el fondo todos necesitamos ser queridos, amados, reconocidos, correspondidos. Desafortunadamente, porque dejamos nuestra felicidad en manos de los demás. Lo adecuado es no necesitar a nadie, ¡pero es tan dificil!

Anónimo dijo...

Tienes razón Paco, lo importante es sentirse bien mientras estas dando y sobre todo no esperar nada a cambio, pero también puede llegar el momento del cansancio ¿no te parece?, ¿y las doncellas que estan ahí me las den todas?, hummmmm creo que lo ideal es dar y recibir, se hacen más llevaderas las cosas y todo es mucho más bonito y sencillo.Aissssssss ya aparecio la estúpida romantica que llevo dentro.
Tara.

Yasna Meza Hidalgo dijo...

Pako, hola!!!

Encontré tu blog por casualidad y estaba leyendo algunos de tus post y me decidí a hacer un comentario ....

Es verdad!!!

Siempre va a ser mejor dar que recibir ... pero también es cierto que muchas veces te cansas de ser tú siempre el que da y ... qué pasa del otro lado ... bueno ... creo que en esta vida hay de todo ... y algunos tienen la suerte de encontrar el equilibrio y otros ... bueno los otros deben aprender a ser felices con lo que les toca ... la pregunta es si está en nosotros decidir de qué lado vamos .... :-o jejeje

Saludos

Bye

Pako Giménez dijo...

Bienvenida a mi rinconcillo Yasna.
Esta claro que si una relación esta descompensada y una de las partes, o las dos, cree dar más de lo que recibe la cosa no aguantará.
Pero es que en toda relación hay una parte que da más que la otra. El equilibrio es muy, muy dificil y mantenerlo en el tiempo... ¡uf!
Y si, en nosotros está decidir. Siempre podemos decidir. Ante cualquier situación siempre hay dos opciones... a) Si puedes: Cambiarla b) Si no puedes: Cambia tu actitud.
La buena noticia es que la felicidad esta al alcance de la mano. Solo es necesario cambiar la actitud. Por eso ¡hoy es el mejor dia de mi vida!