24 febrero 2008

Evolución

Ayer jugué una de esas partidas que se disfrutan como un enano, regodeándome en la conclusión.
La partida fue bastante tranquila, una apertura clásica de Gambito de Dama, con un desarrollo tranquilo.
A partir de la apertura empezó a crecer la tensión central, que yo por supuesto no relajé sino que incrementé continuamente. La verdad es que me encuentro en mi salsa en esas posiciones tensas. Las posiciones con complicaciones tácticas son, hoy por hoy, donde mejor me desenvuelvo. El punto culminante fue un sacrificio de calidad que me despejó el plan, bueno los planes, por un lado el avance de los peones centrales con uno pasado y por otro el trenecito contra el enroque negro con la ruptura vía peón de h. Cualquiera de los dos me hubiera podido dar la victoria, más aún porque el negro no tenia ni una remota posibilidad de contraatacar pese a su ventaja material. Ello aderezado con una inmensa diferencia en consumo de tiempo, tanto que acabó perdiendo por bandera cuando a mí aún me restaba casi media hora




Es curioso el transito que he recorrido en mi ya larga carrera ajedrecística. En estos casi treinta años he transitado por diversas épocas en mi juego, supongo que además algo tienen que ver con mi forma de ver el mundo, quizá es cierto que la vida imita al ajedrez.
Mi primera época fue la del romanticismo, siempre aperturas abiertas, la época del estudio del Gambito de Rey, el Dragón de la Siciliana, el ataque Marshall, la defensa Holandesa. Todo eran ataques al rey, todo se podía resolver con una combinación esplendida en cualquier momento.
Luego llegó la época de la rebeldía. Una temporada entera jugando el Orangután, incluso con buenos resultados. La entonces llamada Apertura Sin Nombre, hoy Caro-Pirc. Cosas extrañas, salirse de los caminos transitados.
Después el descubrimiento de la estrategia, el juego posicional, la aperturas de Dama. El juego tranquilo, apretar y apretar. Vencer por estrangulamiento, y perder claro. Probablemente mis mejores resultados. Para entonces manejaba las aperturas con bastante soltura. Mi India de Rey era terrible, tanto con blancas como con negras.
Después llegaron años de abandono, el juego consistía en no perder piezas. Con ello ya tenía bastante.
Ahora juego con paciencia, me cuesta pero es efectivo. La estrategia es complicar las posiciones y esperar a que el rival se ponga nervioso, no aguante más e intente romper cuando la cosa está tensa. Ahí donde el primero que da un paso en falso suele pagar cara su osadía. De momento esta temporada está dando sus frutos, 6 partidas jugadas, 6 partidas ganadas, es cierto que de octavo tablero, pero es donde me han puesto.

No hay comentarios: