Miro regularmente este blog y me da un poco de apuro tenerlo desatendido, paro producido por mi propia falta de constancia ante la tarea regular de ir rellenando de palabras que dibujen mis experiencias, sensaciones y pensamientos sobre el blanco papel digital que hoy sustituye al antiguo y vetusto papel de celulosa.
Sigo empeñado en no dejar la tarea, pese a esta crisis creadora. Cualquiera pensaría que soy un escritor con la fuentes de la inspiración seca de ideas. Pero no, es más pereza que otra cosa, esa falta de constancia que me rodea continuamente. Realmente las ideas está ahí, y prueba de ello son las muchas entradas que voy generando y que o bien dejo a medias o tan solo escribo el inicio y unas cuantas palabras con intención de retomarlo más tarde.
Y es que en el fondo esto no es más que una parte de mi vida y se ve afectada por las mismas pautas que el resto de la misma. Adolezco, no sé si yo solo o todos los que nos ha tocado vivir es este momento de la historia de la humanidad, al menos en el mundo digamos que desarrollado, adolezco, decía, de falta de tiempo para dedicar más de cinco minutos de atención a nada. Cualquier cosa que me requiera una atención continuada me acaba por aburrir y salto al poco tiempo a otra actividad que me parece más interesante.
Es como si no pudiera estarme quieto en ningún lado, como si tuviera que hacer zapping continuo entre todo lo que llama mi atención u ocupa mi cabeza en cada momento, da igual que sea leer, ver la televisión, o planchar la ropa, no puedo centrar mi atención en nada, consecuencia de lo cual, nada acaba de hacerse adecuadamente.
Lo de los libros es ya paradójico, mi mesilla de noche es una especie de minibiblioteca donde se amontonan los libros a medio leer, incluso algunos con muy pocas páginas por atender, pero siempre surge otro que me llama como a Ulises las sirenas y a cuyos cantos no puedo resistir.
Y claro, sé desde hace mucho tiempo que la clave del éxito y de la felicidad es hacer con pasión máxima e interés total lo que estás haciendo en cada momento, sin desear estar haciendo ninguna otra cosa, poniendo toda mi mente y mi cuerpo en ello.
Tendré que encontrar la forma de atarme al mástil para resistir los cantos y poder mantener el rumbo.
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